lunes, 4 de abril de 2011

Existiran los lasers de neutrones en Orión?

La noche es fresca, pero la habitación arde con mi pensamiento, no dejo de cruzarnos en mi mente y siento la calidez de tus labios sobre los míos...
No puedo dormir, ni siquiera lo intento y me asomo a la ventana a contemplar las estrellas, tengo la absurda ocurrencia de que tu también lo haces y que nuestras miradas se encontraran aun a kilómetros de distancia.
Miro las estrellas, Orión refulge en esta noche de primavera de una manera especial, los soles que lo forman están a cientos de años luz, así que de ellos nos llega el recuerdo de su brillo, pienso que si hay alguien allí asomado en su ventana mirando hacia nosotros solo le llegaría nuestro recuerdo, nuestras viejas fotos, imágenes que solo perduran en el espacio.
Existirán lasers de neutrones en Orión? Y coches? Y alguien como nosotros? Si los hubo solo podríamos imaginar su recuerdo...
Nosotros seremos lo que queramos ser, pero siempre seremos nosotros, juntos, a cientos de años luz de las Tres Marías, y quien sabe? Tal vez haya alguien mirando desde su ventana en Orión en una fresca noche de primavera.

A.Ortiz

viernes, 1 de abril de 2011

Reflexiones. La Felicidad.

“De nuevo tu sonrisa en mi mente lo acapara todo, se ha hecho un hueco ahí mismo, cerquita de mi sexto sentido el que siempre me dice cuando te miro que estas aquí, conmigo, y todo lo demás no importa, pero ahora no estas, y mis manos se congelan mientras mi pecho arde, la claridad de pensamiento ha desaparecido en esta noche tan oscura, sin rastro de ti, te necesito en este abrazo infinito porque tan solo con besos al aire no podré respirar por mucho tiempo, vuelve, auque rompí mi promesa, no puedo consumir de este amor y dejarlo de repente porque la abstinencia me esta convirtiendo en cenizas“.

Alguien dijo una vez que nos da miedo ser felices, tal vez, porque ser feliz es estar arriba ,mirando todo lo que hay debajo y sentir que estas justo donde tienes que estar, pero, ¿Cómo sabes si estas donde tienes que estar?, ese alguien no lo dijo, nos dejó solos al abrigo de nuestro destino, sin dejar libro de instrucciones.
“Que pena no habernos conocido antes”, “nos hemos conocido ahora”, “ya pero…” detrás de ese pero, tampoco escribieron nada. Dejaron frases sin acabar, para que cada uno eligiera el mejor final, o el único que podrían soportar.

         C. Perea